Al comienzo de la entrevista, Mara Scoufalos se refirió a su libro Match y señaló: “Nace a partir de inicialmente por ahí darle un poco de relevancia a lo que era la relación sexo-afectiva, la búsqueda de alguien por medio de las apps. Para cuando lo escribí, ya para cuando se editó no tanto, estaban como muy en auge. Era como pensar en qué pasa con lo automático de conocerte con estas nuevas formas, que en ese momento eran nuevas. También entender que detrás de ese desconocimiento de la profundidad de otro, todos tenemos una mochila mucho más grande y que capaz en esta cosa de la espontaneidad se pasan por alto un montón de otras cosas”.
Además, en diálogo con el programa Narraciones Extraordinarias, agregó: “Nuestra generación se vio híper afectada por todos estos discursos plasmados ya en lo audiovisual de la princesa y el príncipe. Como que nosotros somos ya somos una generación que era el placer de Disney. El amor es trabajo, es una elección diaria, un laburo constante, no son esos tres meses que flasheas y no ves nada malo en el otro”.
Por su parte, Tomás Viola hizo alusión a El silencio de los pájaros: “Es una novela pesada que me costó muchísimo escribir, sobre todo por las supersticiones donde aparecen espectros y cosas, y yo tenía miedo que todo eso suceda. Pero en esta novela las relaciones conflictivas pasan por una familia envenenada, una familia que ya no sabe ni porque está junta y no saben cómo se relacionan entre sí. Sergio y Carmen, que son padres de Justina, se llevan para el orto de una manera bastante oscura y la chica es la que más lo sufre. Entonces se van a vivir a ese casco de estancia que tiene sus propias presencias”.
“Está inspirado en una estancia que existe que está en Francisco Álvarez, donde sucedió la Batalla de Caseros. Hoy funciona como un barrio privado eso y todas las personas que viven ahí adentro conviven con los espectros, estoy hablando de la vida real. Hay espectros de una niña que camina por el bosque, se escuchan gritos en donde fue el foco de la batalla y están enterrados los cuerpos”, continuó el escritor.
Mientras que, en otro orden de temas, reflexionó: “Los artistas, metiendo a los escritores como personas que son artistas porque muchas veces nos dejan afuera, somos los ingenieros de la angustia. Nosotros tenemos que materializar toda la angustia que tenemos para no volverse loco, para eliminar la neurosis. La catarsis que uno tiene cuando escribe, después uno cuando relee dice 'esto tiene que ver conmigo' y con el tiempo lo voy recortando todo lo autobiográfico. Es una especie de terapia muy profunda que si uno no la canaliza bien puede llegar a la locura”.
Continuando la charla, Scoufalos detalló: “Ahora estoy mucho más abocada a la poesía y lo siento como un ejercicio que nace de una misma idea pero que tiene un proceso muy diferente. La poesía tiene algo más lúdico, el borde es mucho más permisivo porque podes jugar con la puntuación, con las palabras, digo no tiene que haber tantas respuestas. En cambio en una novela yo siento que aunque sea en tu propio idioma y en tu propia voz, sin subestimar al lector, hay nudos que hay que ir destrabando”.
En tanto que Viola cerró: “Lo que me pasa con el tema de la inteligencia artificial y todas esas nuevas modas de escritores que dicen que escriben a través del chat GPT, es que descreo un poco de lo genuino de todo eso. La escritura es un oficio y en ese oficio uno está trabajando y tratando de evolucionar con el tiempo, algo que no puede hacer una máquina. A mí no me preocupa demasiado que todas estas aplicaciones de IA puedan escribir por las personas porque no tienen alma, cuando leo algo escrito por el chat GPT me doy cuenta que el alma no está ahí, que solamente hay perfección en la métrica y esas cosas. Muchas veces eso no me dice nada, queda vacío y es como estar leyendo nada. Con el tiempo los escritores artesanales vamos a tener más ruido que antes”.